UNA CAÑA DE PESCAR PARA EL ABUELO,
Xingjian Gao
El premio nobel Xingjian Gao no
es solo un escritor de obras prolijas (La
Montaña del Alma, El libro de un hombre solo), sino también un prolífico
escritor que se adentra con acierto en la práctica del relato. Sin embargo, son
pocos los cuentos de este libro que nos entusiasman. Si acaso dos. En el
primero (“El accidente”) se transmite la desolación que puede sentirse ante la
muerte de un hombre que va con su hijo pequeño, quien resulta ileso del
percance. La indiferencia de la gente ante la muerte en un mundo dominado por
las prisas y el caos circulatorio; y la indolencia de los hombres ante el dolor
ajeno son dos aspectos que el autor pone emotivamente de relieve. Pervive en el
lector la imagen de un hombre que limpia con agua a presión la arena que cubre
una mancha de sangre, una señal que se diluye en la trepidante vida que se
sucede.
Pero centrémonos en el cuento que da título al libro. Se trata de un
excelente relato. Por lo general un cuento no puede salvar un libro como el que
traigo hoy a este Espacio, pero la
profundidad, la delicada poesía de su estilo, el modo de evocar un mundo
desaparecido, la singular estructura de planos narrativos que el autor ofrece, son
aspectos que justifican estas breves palabras.
El nieto –narrador omnisciente– que regresa a su ciudad es un atento
observador de una realidad que ha cambiado radicalmente: “Te he comprado una caña
de pescar con carrete, le digo, él carraspea desde lo más profundo de su
garganta sin mostrar el menor entusiasmo".
El abuelo es un hombre fiel a sí mismo; cuida sus cosas porque también
es un modo de ser fiel a su mundo; elabora sus cigarrillos de tabaco; sigue
utilizando su vieja caña de pescar, recosiendo sus redes, haciéndose cada vez más
enjuto y silencioso, como si fuera una avecilla a punto de desaparecer.
El regreso del joven a su casa permite un recorrido por la memoria
para descubrir cómo todo ha sido transformado, aunque no siempre como hubiera sido
conveniente. El autor censura, a través de un anciano desubicado, una idea del
futuro que no respeta el paisaje ni las costumbres. Así sucede cuando busca la
casa de su abuelo y el nieto solo encuentra "edificios y edificios,
edificios y edificios...”.
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